Al Sr. Ministro de Justicia. Madrid

La medicina forense : una reforma inaplazable (*)

(Una práctica que no cautiva  la atención política)

Surge oficialmente la Medicina Forense (MF) como auxilio técnico al juzgador en asuntos en que para resolver fueran precisos "determinados conocimientos clínicos y biológicos", creándose el Cuerpo Médico Forense de Madrid, Decreto 13.05.1862. Tal justificación sigue presente, pero su primitivo campo de actuación se ha desbordado por el desarrollo de la medicina.

La especialidad de Medicina Legal y Forense: tentación híbrida anquilosada en el “cuasi”.

La MF, dejando otros apelativos ("jurisprudencia médica";"medicina política") se definió como "la parte de la medicina legal que tiene aplicación al derecho cada momento histórico“, fórmulación tácita que obliga a acatar el progreso técnico.

“La Medicina legal sigue siendo un sueño, pues es la única rama de la Medicina que se ha quedado reposando sobre las formas de pensar de principios de siglo y que considera hoy, equivocadamente, que un sólo médico puede dominar todas las ramas de la Medicina. Es el mismo médico quien emite dictámenes psiquiátricos, decide si un testigo miente o dice la verdad, hace autopsias y contribuye con ellas a confirmar una teoría de asesinato, hace exámenes ginecológicos, estima el grado de embriaguez del culpable, muchas veces sin haber visto siquiera al paciente, emite dictámenes sobre herencias biológicas y decide al mismo tiempo si el paciente, por trastornos de la circulación, puede o no asistir a la vista del pleito, haciendo un electrocardiograma y valorándolo él mismo”; “diletantismo organizado; labor de chapuceros” (H.G. DENNEMARK, Berlin, 1970).

La llamada especialidad de medicina legal y forense, padece un enfoque enciclopedista, caduco, opinión a la que se resisten algunos "marañoncitos", los del "ojo clínico”. Pero su escasa utilidad social en el ámbito pericial actual se ha manifestado, más cuando el debate técnico en sus extremos demande altura y especiales conocimientos científicos, “No queremos médicos forenses para estudiar los asuntos que nos llegan" (De AGUIRRE, 2000, Audiencia Nacional). Otra cosa es la amargura y desesperanza en que viven estos titulados especialistas, que vocacionalmente ha seguido tales estudios. Víctimas de la frustración, por una coyuntura propiciada por algunas cátedras de medicina legal, con efecto búmeran, abundando los problemas existentes, enrostrados con torpeza, y que no se resuelven con comunicados de prensa, poco realistas .

El Decreto 149/99 (BOE 29.09), reguló excepcionalmente el acceso al título de médico especialista, y que los médicos forenses lo obtuvieran en Medicina Legal y Forense. Maquillaje transitorio, obstaculo a las soluciones de fondo: tal especialidad no llena los cometidos de una medicina forense acorde con los tiempos. Por otra parte, cabe sospechar, que en la batalla intestina por el "control del muerto", la comunión con tal Decreto ha supuesto un relativo triunfo desde la perspectiva docente, hace años anhelado; auténtico "abrazo del oso" para el Ministerio de Justicia.

Si lo fáctico es el hilo conductor para fundamentar en derecho, se comprende la importancia del dictamen del perito, perito que conocerá aspectos jurídicos inherentes a su condición, asimilables en pocas horas, pero que no son el fundamento de su misión, y siempre quedaran en el cauce de su deliberación interna, limitando el perito su informe a los extremos técnicos señalados; nunca apreciará en derecho, ni otras extravagancias inspiradas en equívocas enseñanzas académicas oficiales, extravios de algún que otro audaz erudito. La cuestión no es de naturaleza legal; ni “médico-legal”, tentación híbrida anquilosada en el “cuasi”. Y es que el término “legal” obedece más que a otra cosa a la comodidad discursiva. La cuestion es sencillamente médica: juicio diagnóstico, etiología, patogénesis, consecuencias funcionales, pronóstico ..., y en su caso exposición comprensible para una audiciencia no técnica (lo que no es díficil). Los peritos se llamaran en su pertinencia y utilidad, con capacitación profesional en condiciones de idoneidad, conocimientos especializados, aportando máximas de experiencia, para ilustrar sobre hechos objeto de debate. Adviértase también que la actividad de perito no constituye una profesión; es, tan sólo, un cargo, una situación singular -por motivos de circunstancia y oportunidad- que por su fungibilidad se consume cumplida la misión encomendada.

El dictamen médico-forense: un exceso de credibilidad y confianza por parte del Juzgador

En la Medicina Forense Oficial –la de todos los días, la de los muertos, sí, pero tambien de los vivos- es evidente el deplorable desapego entre la teoría y la práctica (falta de praxis) con críticas cuyo eco resuenan en otros países de nuestra misma plataforma continental, opiniones devastadoras, dolorosas para los que todavía conservan la sensibilidad de un sentimiento patriótico.

Algunos no comprenden que una autopsia es una cirugía mayor .

Si en general se ha dicho que "resulta francamente curioso ver hasta qué punto poseen esos forenses de ocupaciones tan diversas gozan de la confianza de los jueces"(DENNEMARK), más preocupantes son las opiniones de especialistas extranjeros, como de EE.UU., Finlandia, Alemania, Gran Bretaña , de la práctica española: "es una situación sumamente insatisfactoria que la mayoría de las autopsias forenses sean realizadas por no patólogos -no especialistas-"; "el sistema actual en España es fundamentalmente defectuoso, en que los departamentos de enseñanza académica están divorciados del trabajo médico-legal de rutina"; “autopsias pobres, algunas incluso fraudulentas, informes de autopsias imprecisos y con falta de experiencia "; "incidencia extremadamente elevada de certificados incorrectos referentes a cadáveres procedentes de España". Los resultados de los finlandeses, Dr. Pintilla y Dr. Pekka Saukko, llevados a la Academia Británica de Medicina Forense, sobre cadáveres procedentes de España "eran muy desalentadores y una vergüenza para la profesión médico-legal"; "una Europa unificada da a los europeos derecho a una administración de salud pública armonizada y estandarizada, incluyendo certificación adecuada y correcta de la defunción". La situación sigue siendo “sumamente insatisfactoria” en la actualidad.

No es tolerable ligereza ni frivolidad cuando la apreciación técnica del médico forense puede ser decisiva, llega a serlo, en la resolución judicial; cuando la verdad formal eclipsa, ignora, o simplemente se despreocupa de la verdad sustantiva; cuando, en fin, un ejercicio obsoleto, en su caso tratado con indulgencia, parapeto de actuaciones que constituyen un riesgo, empañan o llegan a enturbiar la credibilidad en la Justicia. El dictamen forense ha de avalarse con criterios de objetividad y suficiencia diagnóstica por su repercusión. La MF ha de estar a la misma altura que cualquier otra forma de actividad médica. Y la Justicia no puede honrarse sin medios.

La Medicina Forense oficial: un sistema que hay que desmantelar. ¿”Turnos de oficio”?

La MF, en el ámbito de la pericia médica, en amplia interpretación, ha de considerar su actuación más allá del hasta ahora marco oficial, integrando cualquier demanda en tal ubicación (el foro, lugar donde se plantean y debaten las causas), y por motivos de oportunidad: servicio a la Justicia.

El patrimonio tradicional de la MF podría ser expropiado por utilidad pública, redistribuyendo sus áreas de actuación, atendiendo al desarrollo actual del saber médico en distintas especialidades (patología forense, traumatología, psiquiatría, pediatría, ginecología, medicina del trabajo, etc).. Y discutir la oportunidad de arbitrar turnos de oficio, demandando la presencia de especialistas (ya inicialmente, o en sucesivos controles y seguimiento) para una Justicia eficaz, con el máximo aprovechamiento de los medios del Sistema Nacional de Salud, evitando duplicidad de recursos, el innecesario gasto. Oxidados hábitos, falta de imaginación en los responsables del Ministerio de Justicia, carencia de criterios, y otras causas, explican que el problema de la MF española no se haya resuelto, a la vez que tal cuestión parece no inquietar a los ciudadanos, los partidos políticos, mal síntoma, impropio de un país en Europa.

Una ciencia que en su práctica responde a una estructura y organización fondeada en principios de amplia inspiración en el siglo XIX, que dormita, insulta la inteligencia; ya no es ni puede seguir llamándose ciencia. La Pálida y su séquito nunca han suscitado especial entusiasmo entre los gestores de la cosa pública, quizá por su menguada altura. Pero la atención que un país presta a la Medicina Forense es un exponente de madurez social, un índice de civismo. Se merece, es preciso, un debate parlamentario.

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© MR Jouvencel, noviembre/2004

(*) NOTA.- este texto es un extracto, con algunas anotaciones nuevas, del trabajo presente en esta web “La Medicina Forense en España: la de todos los días”. Se remitió al Sr. Ministro de Justicia de España (15.07.04), acusando su recepción el 20.07.04. Igualmente, este mismo artículo fue enviado a Diario Médico, el 15.06.04, con fecha de recepción 16.06.04, sin que hasta la fecha 01/noviembre/04 se haya visto su publicación.